Maestría

Maestría

En busca de la autenticidad.

Maestría en:

Es mucho más que ocho horas

Dedicamos un tercio de nuestra vida al trabajo. Fingir que no nos afecta es un error. O lo usas a tu favor, o te destruye poco a poco. Pero hay algo peor que un trabajo sin sentido: llegar al final y darte cuenta de que nunca hiciste nada para cambiarlo.


A veces, incluso en las conversaciones más triviales, surgen momentos que te hacen pensar. Frases que, para quien las dice no significan demasiado, pero para el que las escucha son una revelación.

Ejemplo: te encuentras con un conocido al que hace tiempo que no ves. En algún momento, inevitablemente, surge la pregunta de rigor: ”¿Qué tal el trabajo?”

Hasta aquí, todo normal. Pero si prestas atención, las respuestas suelen ser sorprendentes.

La mayoría de las personas habla de su profesión como si fuese algo distante, una obligación separada del resto de su vida. Como si no les representase. Como si no formase parte de su identidad.

Te cuentan, por ejemplo, que los viernes tienen horario intensivo, que esperan con ansias el bonus de fin de año, o que los jueves hacen after-work con sus compañeros.

Pero casi nadie —o nadie, en mi experiencia— me ha dicho qué hace realmente, o qué significa a nivel personal su profesión. Curioso.

Reflexionando, me he dado cuenta de que —cómo no— mi manera de entender “mi profesión” es distinta a la de la mayoría de personas con las que he tratado. Me explico.

Medio para un fin

Antes de continuar, quiero dejar algo claro: no estoy hablando de la calidad profesional de cada persona, sino de cómo cada uno entiende el concepto de profesión.

Hay quienes ven el trabajo como un medio para un fin. Este es, de hecho, el grupo mayoritario. Muchas personas a tu alrededor probablemente forman parte de este grupo. Quizás tú también.

Para estas personas, el trabajo habilita otras áreas de su vida. Es en esas áreas —como la familia, las amistades o la comunidad— donde encuentran su propósito. No necesariamente en su profesión.

Este enfoque explica muchas decisiones comunes hoy en día, como elegir un trabajo pensando únicamente en la seguridad, el salario, o la comodidad a la hora de desplazarse.

Y tiene sentido. Si ves tu trabajo como un “mal menor” inevitable, tomarás decisiones prácticas y momentáneas, porque no lo consideras un componente crucial de tu identidad.

Desde mi perspectiva, no hay nada intrínsecamente malo en esta postura, siempre y cuando seas plenamente consciente de lo que haces. Luego hablaremos de esto.

Fin en si mismo

Para otras personas, su profesión es un fin en sí mismo. Es parte central de su existencia, algo que no está en la periferia de sus vidas, sino en el núcleo.

Yo me encuentro en este grupo. Para ellos —para nosotros—, la vida gira en torno a lo que hacemos.

Separar quién soy de lo que hago profesionalmente es complicado. Pero no porque esté atrapado en mi trabajo (aunque a veces lo estoy), sino porque lo siento profundamente conectado con mi identidad. Es solo cuando te sientes desconectado de lo que haces, cuando buscas esa separación entre “lo personal” y “lo profesional.”

Ese no es mi caso. Y no lo es porque dedico tiempo y energía a asegurarme de que lo que hago tiene sentido para mí. Esta es la clave: tener un plan.

Un trabajo en sí mismo es algo inerte, vacío de significado. No te da propósito; tú eres quien se lo das. Pero no puedes darle significado a algo si no tienes una dirección clara.

Incluso el trabajo más mundano puede conectar con tus aspiraciones si, primero, las tienes y, segundo, dedicas tiempo a crear y mantener viva esa conexión.

Esa conexión es, en mi opinión, imprescindible.

Al menos un tercio de tu vida

Si trabajas una media de 40 horas semanales estás dedicando casi un tercio de tu tiempo a tu profesión. Y no hablamos solo de una semana, sino de meses, años, e incluso de toda tu vida adulta.

No puedes dedicar un tercio de tu vida a algo y pensar que no forma parte de ti. Que no te afecta. Que no te moldea.

Si tu actividad profesional no te dice nada —por la razón que sea—, si cada lunes es una tortura, si preferirías hacer cualquier otra cosa antes que entrar a la oficina… te estás jodiendo la vida.

Forzarte, día tras día, a hacer algo que no quieres (sin final a la vista) es como conducir pisando el acelerador y el freno al mismo tiempo. Es insostenible. Y espero que ese sueldo o esos días libres compensen los fármacos y las sesiones de terapia que acabarás necesitando.

Y esto es solo el tiempo físico. ¿Qué hay de tu espacio mental?. Probablemente le dediques aún más, anticipando el temido domingo desde el mismo viernes por la tarde.

Coste de oportunidad

¿Qué podrías hacer con todo ese espacio físico y mental que hoy ocupa un trabajo que no te dice nada, que no te da, sino que te roba?. ¿Qué podrías construir, aprender o emprender si tu energía estuviera enfocada en algo que realmente te importa?.

Quizás pienses que la seguridad que tienes ahora compensa todo ese potencial sin explorar. Pero, seamos sinceros: ¿es realmente seguridad o solo comodidad disfrazada?.

Creo firmemente que todos tenemos algún tipo de habilidad o conjunto de habilidades que nos hace sobresalir. Tal vez no para ser los mejores del mundo, pero sí lo suficiente para ganarnos la vida de forma digna. Sin embargo, esas habilidades no se desarrollan solas: requieren atención, trabajo y, sobre todo, decisión.

Y aunque es cierto que mientras hay vida hay tiempo, no nos engañemos: vivimos en una sociedad donde las oportunidades profesionales disminuyen con la edad. No porque perdamos valor, sino porque el mercado tiende a subestimar la experiencia.

Cada día que pasas sin tomar acción, sin explorar tu potencial, es un día menos en el que puedes crear algo significativo.

¿Es ya demasiado tarde?.

Fuck work-life balance

Por favor, no empecemos con lo del balance entre trabajo y vida.

Es una de esas frases que, al escucharla, parece tener sentido. Suena coherente, llena de lógica. Pero aquí está el problema: es un argumento vacío que se usa como excusa.

Fíjate en esto: la mayoría de las personas que hablan de “balance” tienen trabajos que no les satisfacen. Es lógico: si percibiese que mi trabajo es una mierda, claro que querría huir de él buscando todo el “balance” del mundo. Pero eso no resuelve el problema.

Esto no significa que no debas descansar. Significa que no tiene sentido tratar algo a lo que dedicas un tercio de tu vida como si fuese un accesorio, algo que te quitas y te pones según te convenga.

¿Lo entiendes ya?.

Paga ahora o paga más tarde

Nada en la vida es 100% negativo o positivo. Este caso no es diferente. Si usas tu trabajo como una mera herramienta para habilitar otras áreas de tu vida, corres un riesgo real.

Lo he visto infinidad de veces. Todo empieza de forma inocente: llegas al meridiano de tu vida profesional atrapado en una empresa. No es que no lo viese venir, pero cuando intentas buscar alternativas, crees que es demasiado tarde.

El tren pasó. Varias veces, de hecho. Y aunque hubo momentos de lucidez, incluso algún tímido intento de cambiar el rumbo... nunca hubo acción ni resultados. En lugar de crecer y evolucionar, repetiste el mismo año una y otra vez, como un bucle infinito.

Y mientras tanto, llega sangre nueva: personas jóvenes, llenas de energía, con ganas de comerse el mundo. La comparación es inevitable, y en tu cabeza, odiosa. Te amargas, te pones a la defensiva, y eso lo nota todo el mundo.

Cuando asoma el tema del despido o la economía en una reunión, aprietas los dientes y tratas de hacerte pequeño, insignificante, pensando que así —quizás— pasarás desapercibido un año más.

Tu voz y tu voto ya no importan.

No discutes: acatas. No rechistas: tragas.

Vives al filo de la navaja y lo peor es que, en el fondo, sabes que podías haberlo evitado.

Esto, para mí, es la definición de infierno. Prefiero pagar ahora, bajo mis condiciones, aunque tenga limitar mi vida social o sacrificar ocasiones especiales, que pagar más tarde, apenas sin crédito y con intereses abusivos.

Implementación

  • Haz un inventario realista:
    • ¿Qué te aporta tu trabajo? (más allá del sueldo).
    • ¿Qué te quita? (energía, motivación, tiempo para otras cosas).
    • ¿Te está llevando a donde quieres estar dentro de 5 años?.
  • Define lo que quieres:
    • ¿Es solo un medio para un fin o quieres algo más?.
    • ¿Qué elementos tendría un trabajo alineado con tu identidad?.
    • No te engañes con posibles mejoras futuras. Usa la información que tienes hoy.
  • Crea un plan de transición:
    • No dejes tu trabajo de un día para otro si no tienes opciones.
    • Explora habilidades, proyectos paralelos o nuevas oportunidades.
  • Empieza ahora, aunque sea pequeño:
    • No necesitas un gran cambio de golpe. Pero sí un primer paso.
    • Construye algo en paralelo. Aprende. Conéctate con personas que ya están donde quieres estar.

No esperes a que la vida decida por ti. Toma el control antes de que sea demasiado tarde.

Es mucho más que ocho horas

Si algo de lo que he dicho resuena contigo, la buena noticia es que no necesitas hacer ninguna transición mágica al “segundo grupo.” Lo único que necesitas es entender hacia dónde te está llevando tu situación profesional actual.

No te hagas trampas al solitario con posibles promociones, eventos futuros o la esperanza de que “todo mejorará.” Usa la información que tienes hoy —tu realidad actual— y responde con sinceridad:

¿Es una dirección a la que quieres ir?.

Si no lo es, no necesitas que yo te diga lo que tienes que hacer. Porque ya lo sabes. Lo has sabido todo este tiempo.

Pero saber no es suficiente. Saber no cambia nada. Lo único que importa es que actúes.

Y aquí está la verdad incómoda: si no actúas ahora, no solo te estás quedando donde estás. Te estás hundiendo un poco más cada día.

Así que deja de buscar excusas, deja de posponerlo, y traza un puto plan, por favor. Porque si no lo haces, el plan lo hará la vida por ti.

Y no te va a gustar.